Empleados de la Universidad Trump aseguran que era “fraudulenta”
Un juez ordena la publicación de declaraciones de antiguos empleados que ponen en duda sus intenciones
Cristina F. Pereda
Washington, 01/06/6016
El candidato republicano Donald Trump ha construido gran
parte de su campaña electoral sobre su reputación como empresario, sus
éxitos en el sector inmobiliario de Manhattan y su supuesto don para
firmar acuerdos comerciales. Gracias a la sentencia de un juez, los
estadounidenses han podido abrir esta semana una pequeña ventana al
funcionamiento de uno de esos negocios, la Universidad Trump, envuelta
en varias demandas por fraude.
El empresario y político, que rechaza las acusaciones,
también ha declarado que el juez ha actuado contra él por “odio” y que
preferiría haber pactado una compensación con los demandantes sin pasar
por los tribunales. Esta primera ronda, sin embargo, la ha perdido
Trump. Según los documentos desclasificados este martes, la Universidad
Trump nunca fue registrada como institución educativa, utilizaba
técnicas de venta para presionar a los clientes más vulnerables y
prometía una enseñanza que después no recibieron los alumnos.
Ronald Schnackenberg explicó así el funcionamiento de la empresa ante el juez. Él era uno de los especialistas de ventas que trabajó para la entidad, creada en 2004, y en la que el magnate contaba con un 93% de participaciones. Trump ha defendido en sus diferentes declaraciones ante el juez que las demandas corresponden a un grupo de estudiantes insatisfechos y que no representan la opinión de la mayoría. Entre las promesas de sus anuncios, que hacían referencia a su programa de televisión The Apprentice, los profesores serían “escogidos personalmente” por él. Sin embargo, el acusado fue incapaz de decir ante el juez el nombre y apellidos de ninguno de ellos.La Universidad Trump era un sistema fraudulento que se aprovechaba de los alumnos más mayores y con menor nivel educativo para separarles de su dinero
De acuerdo con los documentos internos publicados, la estructura de la Universidad Trump estaba basada en seminarios que se celebraban por todo el país y que llegaban a tener hasta 500 participantes atraídos principalmente por la figura de Donald Trump. Entre las promesas de los distintos materiales y anuncios publicitarios estaba la de conocer al magnate. Una vez en el aula, que “nunca debía superar los 20 grados”, según los documentos internos, los comerciales intentaban convencerles de que se matricularan para asistir a cursos superiores, valorados entre 5.000 y 35.000 dólares.Enseñamos la técnica de cómo utilizar el dinero de los demás. Hagan saber a los clientes que han encontrado la solución a sus problemas
El objetivo de la Universidad Trump era más vender que proporcionar servicios educativos de calidad (...) El personal solo daba información suficiente como para hacerte comprar el curso del siguiente nivel
Corinne Sommer trabajó para la Universidad Trump entre mayo y octubre de 2007 como coordinadora de eventos. Cinco años después declaró ante un juez
que “muchos de los profesores carecían de experiencia en el sector
inmobiliario” y que algunos de ellos “ni siquiera habían comprado una
casa”. Sommer menciona que uno de ellos vendedor de joyas. Su interés,
dice la exempleada, “era vender los seminarios más caros” y para ello
utilizaban prácticas “agresivas” que invitaban a los asistentes a
endeudar al máximo sus tarjetas de crédito, incluso si en ese momento
estaban viviendo en la calle. “No te preocupes, recuperarás tu dinero en
la primera o dos primeras ventas”, cita Sommers recordando a sus
compañeros.
No creo que la Universidad Trump enseñara los ‘secretos’ de inversión de Trump. Él venía de una familia rica y tenía recursos para comprar edificios, algo que el consumidor medio no tiene. Ése es el secreto
Sommer justifica así cómo la Universidad Trump atrajo a
centenares de personas a sus seminarios. Según las declaraciones
juradas, la mayoría de los estudiantes eran hombres, su edad media era
entre 40 y 48 años, y los comerciales buscaban a aquellos que tuvieran
cierto nivel de ingresos como para poder invertir en los cursos
clasificados como de “élite” y más caros.
La marca [Trump] había trascendido el mundo inmobiliario para convertirse en algo más grande
Uno de los ejecutivos de la Universidad, Michael Saxton, declaró ante el juez
que se le ocurrió crear este negocio mientras este veía un episodio de
The Apprentice. “Pensé que sería una manera muy efectiva de conectar”
con los futuros alumnos. Saxton contactó directamente con Trump gracias a
que su cuñado tenía un amigo en común con el círculo de personas con
las que el empresario juega regularmente al golf. Al magnate no sólo le
convenció, sino que decidió invertir personalmente en la empresa y
estaba implicado directamente en la supervisión de los anuncios para
conseguir nuevos alumnos. La universidad dejó de funcionar en 2010 tras
la presentación de la primera demanda colectiva.
La Universidad Trump nunca se registró en ningún Estado como institución educativa. Este es uno de los argumentos del fiscal general de Nueva York, Eric Schneiderman, que lidera desde 2013 una acusación por fraude contra el empresario y que podría derivar en una multa de 40 millones de dólares. “Si dices que vas a enseñar los secretos de Donald Trump y luego él no tiene ninguna implicación en la redacción de los materiales, eso es un fraude”, explicó el fiscal esta semana. “Este es un caso de fraude de arriba abajo, no se trata de una acusación política”.Es el equivalente de poner un cartel diciendo que esto es el Hospital Trump, cuando no lo es, y las personas que atienden no son médicos ni enfermeras
Información del periódico El País, ver nota original aquí.
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